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lunes, 23 de mayo de 2016

Fuck Tha Police

Saben ya que los sábados 14 y 21 hice mi aparición en dos espectáculos (en el Bamblinón y Café dEspacio respectivamente). En el primer caso, un certamen de relatos eróticos que ya comenté en otra ocasión. El último sábado un micro abierto que además, para mí , fue un éxito en cuanto a que se me agradeció que organizara algo así en la ciudad.

En ambos conté uno de mis relatos eróticos (el más suave que tengo) llamado Fuck da police. Aquí lo muestro para todos ustedes:

Fuck tha police



Lo capto y acepto. No sirvo para amores duraderos.
Montaña de fracasos amorosos amontonándose en mi alma. Rupturas en las que se olvida que yo también tengo sentimientos.
Bueno, ya no. Ya no tengo de eso.

Acepto mi lado menos tierno y me autoproclamo antihéroe del amor.
-    lo nuestro fue más bien sexual - me dice una
- Eres todo pene. Sí, solo un pene con patas.
Soy un pene. Soy un consolador de carne. 

Lo capto y acepto.

Como buen antihéroe, hoy me apetece algo incorrecto, aunque al estilo discreto, y corro con la cena calle abajo. Coche de patrulla a las doce. Me giro. Dos uniformados se meten en el establecimiento donde he conseguido la cena.
Solo a mi se me ocurre robar en una peatonal.

Poli él, Poli ella.
Él entra, ella fuera.
Decido entregarme.
 - Mira, lo siento mucho. Mira, no he podido escapar de la culpabilidad ni de ti, así que devolveré la mercancía.
Percibe que percibo su belleza.

Su mirada dura de policía expresa ternura al fijar sus ojos en los mios. Levanta levemente las cejas. Rubor de mejillas. ¿atracción o sorpresa?
¿Qué? - dice, confusa, y aparece un amago de inocente sonrisa. 
- Que... Soy un... Joder. Espera, que me desconcentras. Que acabo de robar ahí dentro. Que soy un criminal enamorado del brillo de tus ojos, y que si me detienes, ¡encantado!

La carcajada no se hace esperar. Me mira más confusa y ruborizada y sonriente cada vez. Algo me dice que no se cree una mierda.
- un criminal no sé, pero como cómico ligón no te manejas mal, ¿eh? ¡Vaya manera de acercarte!  

Y se muerde los labios.
- Espera a que salga mi compañero. Seguro que le encanta la situación. 

Situación surrealista.

- Mira, aquí está. 
Típico. Bandeja de donuts. Bueno, y una bolsa con frutas.
- Mira, Roberto, qué huevos los de este tío... - dice ella, enamorándome ahora con su lenguaje incorrecto - Acaba de tirarme los tejos con el uniforme puesto. Cuéntale tu estrategia, ligón humorista.
 -    Ajá - dice Roberto indiferente - me acaban de informar de un robo. La tendera. 

Ella mira para él, y luego para mí. Borra del semblante todo su buen humor.

La tendera profiere un grito desesperado desde el local. "¡El ladrón!". Vuelven a mirarse, tiro la "compra" y me echo a correr.
No me hubiese gustado que Roberto me detuviese.

Me voy sin éxito, sin su nombre, sin comida. Un día más en la batalla con la vida.

2
Me dedico a estafar, robar y engañar. Dejé de creer en el sistema laboral y ahora me gano la vida con lo que hago perder a otros. No solo he perdido amores a lo largo de mi vida. También contratos. Ahora, que se jodan los demás.

Hoy tengo dinero. El secuestro de perros tiene sus beneficios y no resulta tan inhumano como secuestrar niños (cosa que jamás haría).
Me voy a tomar un café. 
Allí está ella en una mesa, la Ley Sin Nombre, quien de esposa tendrá, para mí, solamente su herramienta de inmovilizar.

No tiene uniforme. Así impone menos (aunque también me pone menos).
Me acerco, y le recuerdo la escena. Han pasado dos semanas desde entonces. Me recuerda.
primero hablamos sin tener en cuenta su oficio de heroína, mi oficio de villano.
Intimamos.

Es policía porque disfrutaba con su difunta madre de innumerables series y películas del género.
 -    Aprovecho que no llevo el uniforme: me encantan los criminales - dice-. Requiere valor arriesgarlo todo por el crimen. Es el riesgo lo que me llama. Me hice policía, quizá, por ser lo correcto. Si mi historia hubiese sido distinta, a lo mejor robaría bancos contigo.
Intimamos más.
Le aburren los hombres, me dice. 
- Yo aburro a las mujeres, así que lo capto y acepto.

Se ríe. A ella no la aburro. Se ríe incluso de las mayores estupideces que cruzan mis labios. 
Estupideces que convierten sus labios en sonrisas.

¿Mierda, me habré vuelto a enamorar?

3
No sé cómo, acabo esposado a su cama. Le gusta el riesgo y el sexo duro. No me esperaba este ambiente. 
Su casa enorme llena de luz leve casi apagada. Jazz suave sonando de pared a pared, mi piel erizada, sus pupilas dilatadas. No me importa que me espose y me domine. Por una vez, me dejo llevar. Cierro los ojos y caigo hechizado por lo sensitivo.
Yo, antihéroe sexual, olvidando lo más físico. Yo, todo pene, soy alma ahora.

No se trata de sexo. Es comunicación. Ambos buscamos sentir. Y sentimos. Nos entendemos.
Cuando pasan los preliminares, todo es más bestia. Me sorprende que me pida que le escupa en la boca. Me encanta sentir sus uñas marcadas en mi carne. 
La comunicación se va encendiendo. Acaba el ritmo de jazz. Se funden dos velas. Llegamos al orgasmo. Abrazados, nos fumamos un cigarro.
El humo dibuja corazones en el aire.

Me he vuelto a enamorar. Esta vez, he amado al bien, jodiendo con la ley.

Tras una semana sin saber nada, en la cafetería, veo en un periódico una noticia curiosa: "policía expulsada del cuerpo por intimar presuntamente con más de una docena de criminales".

Capto y acepto mi lado menos tierno y me río: "lo de expulsada del cuerpo suena a que la han extirpado o vomitado o algo peor", pienso.

Pero mi arrebato de humor acaba de pronto en llanto de amor.
Soy un puto consolador.

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